jueves, 16 de abril de 2015

Quizás aún esté a tiempo.

Últimamente hay tantos días grises que he dejado de contarlos,
cuando los soleados parece que hay que pagarlos con la visa oro.
Y es que cada día lo bueno se vuelve más difícil de encontrar,
lo malo lo regalan en cada esquina de esta ciudad.

Quedan tan pocas personas que me sobran dedos de la mano para contarlas,
cada vez son menos,
y es que se van tan rápido que me falta tiempo para decirles adiós,
cuando ya han llegado a la otra punta de la calle.

No sé donde quedaron todas esas promesas de "yo nunca te voy a faltar" o "a mí no me vas a perder",
pero estoy harta de que nadie las cumpla.
Parece que a nadie le importo lo suficiente para quedarse conmigo en las malas,
porque es ahí cuando todos desaparecen.

Quizás aún esté a tiempo para hacer que todo me deje de importar,
no esperar la ayuda de los demás,
tirar todas esas promesas vacías por el abismo de aquél acantilado en el que nos sentábamos al atardecer,
y cerrarle la puerta en las narices a quien intente volver a joderme.


No hay comentarios:

Publicar un comentario