sábado, 19 de diciembre de 2015

Todos vivimos un poco en el pasado.

Todos vivimos un poco en el pasado.

Algo así como quedarte estancada,
en el momento perfecto,
en un abrazo,
una mirada,
un beso.

Ese recuerdo que era feliz,
y ahora te hace estar un poco más triste de lo normal.

Esas ganas de volver atrás,
de cambiar,
rectificar,
y no cometer 20 errores estúpidos.

Las ganas de haber parado el tiempo en ese momento,
de no seguir adelante,
de haberte quedado para siempre ahí.

Pero el tiempo sigue,
y sigues intentando encontrar algo igual,
cayendo de bruces una y otra vez.

E intentas sonreír,
lo practicas delante del espejo,
consigues esa máscara que a partir de ahora todos verán de ti.

Estás rota,
pero sonreirás,
y todos creerán que eres feliz,

sólo tu sabrás la verdad.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

A veces la vida nos regala personas.

A veces la vida nos regala personas.

Son esa clase de personas,
que aparecen,
y te dan desde el primer momento,
aún sin pedir nada a cambio.

Esas personas que conoces desde hace tan solo días,
pero ya notas como influyen en ti,
en tu estado de ánimo.

Personas que te hacen sonreír,
reír
y llorar,
todo al mismo tiempo.

Y empiezan a ser ellas,
las que te sacan la primera sonrisa del día,
con tan sólo un "Buenos días".

Y terminan siendo ellas,
las personas por las que te quedas un rato más despierto,
porque hablar con ellas es mejor que dormir.

Y son esas las personas, que hacen el mundo ser un poco menos gris.

viernes, 30 de octubre de 2015

Cicatrices mal curadas.

Tenía un corazón,
lleno de parches mal pegados
de las veces que le habían pegado una paliza,
y nadie se había dedicado a curar las heridas.
De manos pequeñas,
muñecas finas,
y alguna que otra cicatriz de las que no estaba orgullosa.
No eran cicatrices de combate,
sino cicatrices de lágrimas,
porque sí,
el dolor también deja heridas,
no sólo las heridas hacen el dolor.
Incontables las veces que había caído,
ninguna mano para ayudarla a levantarse,
el mundo estaba demasiado ocupado preocupándose por sí mismos.
Con sus mil y un defectos,
su propio desprecio al mirarse al espejo,
la envidia de no tener lo que tenían los demás.
Estaba tan preocupada ayudando a las personas que la rodeaban
que simplemente olvidó preocuparse de ella misma.
Su felicidad era la felicidad de los demás,
pero eso no era más que un mero engaño,
las sonrisas de los demás no nos dan la felicidad.
Todas las noches salía a ver las estrellas,
pedía algún que otro deseo,
siempre solía ser el mismo,
quería verse guapa y ser vista así por los demás,
necesitaba la aceptación,
carecía de confianza en si misma.
No se daba cuenta de que lo más importante es la propia aceptación,
para ser querida primero hay que quererse.

martes, 1 de septiembre de 2015

Escalofríos.

Haces que los días sean un poco menos grises,
y tu risa junto a la mía recompone poco a poco estas ruinas.
Y qué si la gente nos mira y habla por lo bajo,
nunca sabrán valorar la felicidad ajena.
Solo importan las risas que me provocas al hacerme cosquillas,
la forma en que se me eriza la piel al sentir tus dedos,
tus ganas y las mías de hacernos sentir bien a pesar de todo lo demás,
de parar un poco el mundo al cruzar nuestras miradas,
que todo lo demás desaparezca por momentos,
solo estemos tú y yo.
Ese don tuyo de conseguir sacarme todo lo malo de la cabeza con cualquier tontería de las tuyas,
de sacarme del subsuelo y levantarme algo por encima de las nubes,
dónde no hay nada más que tu mano agarrada a la mía,
y esa sensación de que pase lo que pase no me soltarás,
que envuelta en tus brazos estaré segura,
que aunque estalle el mundo me protegerás.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Ojalá curara el tiempo

Llevo mucho tiempo sin escribir,
puede que sea por ti,
o quizás por mí,
pero que importa eso.
Importan quizá algo las mil y un noches en vela cuando solo una risa tuya me hace olvidar todo lo malo,
o los momentos en los que hasta me faltaba el aire al escuchar a alguien pronunciar tu nombre,
aunque no fuera ni para referirse a ti.
Que no te volvieras al marcharme,
pero me buscaras a las semanas llamando mi nombre,
cuando tu cabeza controla lo que tu corazón quiere sentir,
pero no se lo permites porque no quieres que te lo vuelvan a destrozar,
y si,
eres listo,
no soy fácil de querer con mis cientos y miles de defectos,
con mis ganas de parar un poco el mundo cuando me miras,
de un café de buenos días
una cena en algún restaurante cutre de París,
pero qué más daría si estuviéramos tú y yo.
A todo esto,
ojalá algún día pierdas la cabeza por alguien como yo la perdí por ti.

miércoles, 29 de abril de 2015

Tus ojos

Noches como ésta,
donde lo único que hay es un vacío que me abraza sin la intención de querer soltarme.

Ojalá un abrazo así viniera de ti una última vez.

Las cosas pierden el sentido cuando los chistes pierden la gracia,
aunque fuera mucho peor que no me volvieras a mirar a los ojos.

Solo hablabas de cosas insignificantes,
te reías solo,
mientras yo no podía dejar de darme cuenta de la distancia que habías interpuesto entre nosotros.

Ver tu silueta desparecer a lo lejos,
fue algo así como la despedida que nunca pronunciaste,
el silencioso adiós al ver que no te volvías ni una última vez antes de doblar la esquina,
y me di cuenta que de verdad te habías ido.

Aún me quedaban tantas promesas por prometerte,
tantos te quiero por decir,
innumerables amaneceres despertándome antes que tú para poder observar como dormías.

Pero en realidad todo eso había desaparecido con la sombra que te perseguía por aquella calle donde te vi por última vez.

Lo peor de todo no fue que me dejaras con tantos planes por hacer,
sino la simple idea de que nunca volvería a escucharte mencionar mi nombre,
de haber incumplido todas esas promesas que te hize,
que nunca dejaría que te fueras y aún así lo hayas hecho.

jueves, 16 de abril de 2015

Quizás aún esté a tiempo.

Últimamente hay tantos días grises que he dejado de contarlos,
cuando los soleados parece que hay que pagarlos con la visa oro.
Y es que cada día lo bueno se vuelve más difícil de encontrar,
lo malo lo regalan en cada esquina de esta ciudad.

Quedan tan pocas personas que me sobran dedos de la mano para contarlas,
cada vez son menos,
y es que se van tan rápido que me falta tiempo para decirles adiós,
cuando ya han llegado a la otra punta de la calle.

No sé donde quedaron todas esas promesas de "yo nunca te voy a faltar" o "a mí no me vas a perder",
pero estoy harta de que nadie las cumpla.
Parece que a nadie le importo lo suficiente para quedarse conmigo en las malas,
porque es ahí cuando todos desaparecen.

Quizás aún esté a tiempo para hacer que todo me deje de importar,
no esperar la ayuda de los demás,
tirar todas esas promesas vacías por el abismo de aquél acantilado en el que nos sentábamos al atardecer,
y cerrarle la puerta en las narices a quien intente volver a joderme.